Páginas

lunes, enero 21


Hoy se ha colado una chica en el autobús. Una amiga se ha cambiado de casa porque en el piso de al lado vive mucha gente y montan bronca todas las noches. A un amigo le han robado el móvil y la cartera en un bar.
Ahora voy a añadir los adjetivos con los que me han relatado estas anécdotas:
Hoy se ha colado una chica “negra” en el autobús. Una amiga se ha cambiado de casa porque en el piso de al lado vive mucha gente “latina”. A un amigo le han robado el móvil “dos rumanas”.
Ahora sí, ahora ya nos aproximamos mejor a las circunstancias. Está claro que todos los detalles son relevantes. Así que, por favor, si lo hacemos así, hagámoslo bien: hoy se me ha colado en el mercado una señora “catalana”. Unos chavales “de Cuenca” están haciendo pis en mi portal. Mi novio me ha dejado por una chica “extremeña”.
Es muy importante conocer la procedencia o raza de los demás para saber qué grado de cabreo debemos alcanzar. Si tú imaginas a una chica blanca colándose en el autobús, te parece mal, pero si es negra, la tendencia es pensar que “encima de ser negra va y se cuela”. Encima de que la dejamos estar aquí, ¿así nos lo paga? Porque de verdad creemos que los inmigrantes nos deben algo a cambio de vivir en nuestras ciudades.
Como inmigrante tu comportamiento debe ser exquisito; a cada paso te juegas que no te perdonemos tu estancia en nuestras tierras. Somos los caciques del territorio nacional y tienes que convencernos de que estás preparado para convivir con nosotros; personas civilizadas, que no nos colamos en el autobús, y de colarnos, tenemos más derecho que tú porque es un autobús español. Es como cuando entras en una empresa con un periodo de prueba. Te pasas esos dos primeros meses intentando convencer a tu jefe de que mereces el puesto y de que estás a la altura hasta que por fin consigues su aprobación. Traslademos esto a una vida entera en la que no sólo tienes un jefe al que convencer de tu validez, sino a una sociedad casi al completo.
Los españoles nos creemos jefes de este territorio. ¿Por qué? Porque hemos nacido aquí. ¿Y? Llevamos más tiempo. ¿Y? Tenemos más derechos. ¿Por qué? Porque hemos nacido aquí. ¿Y? Llevamos más tiempo… ¿Hay alguien en la sala capaz de salir del bucle? ¿Alguien que me dé una respuesta inteligente a este comportamiento que encontramos de lo más lógico?
Pero lo que más miedo me da es que esta gilipollez se vaya contagiando de generación en generación. Los jóvenes xenófobos me dan mucho más miedo que los adultos xenófobos. Me preocupa que la gente más joven también crea que tiene derecho a ejercer el poder sobre los que llegan después, convencidos de que esta es su casa y nuestra cultura es superior, aunque, en caso de que esto fuera cierto,  no hayamos contribuido en nada para que lo sea.
Este comportamiento sólo indica que sois igual de ignorantes y paletos que nosotros, cuando la evolución debería implicar la relativización de nuestras señas de identidad para dejar de tomarlas como únicas e inamovibles y sobre todo, como elemento defensivo. Y si las generaciones no evolucionan nos vamos todos a la mierda.
Sería una pena que saliéramos de esta actitud arrogante sólo cuando comprobemos que el tercer mundo somos nosotros. Porque me temo que algún día lo seremos. Y si esto sucede, nos lo habremos ganado.



B.A