Típico que estás hablando con tus amigos sobre la
teoría de la hiperincursión (tema actual y muy de moda entre los jóvenes con
una cerveza en proceso), acabé reflexionando sobre el futuro. Como os veo con
cara de ni-puta-idea-de-lo-que-dice-pero-pondré-expresión-a-lo-Punset, dejad
que esta intelectual os lo explique. Esta teoría fue descubierta por
Jean-Pierre Garnier Malet. Os pido por favor que no caigáis en mi mismo error
de pensar, y decir en voz alta e ignorante, que es el tío de los champús,
porque no. Dice que el tiempo se desdobla en dos: tiempo consciente y tiempo
imperceptible. Éste último es el que ocurrirá en un futuro y se encuentra entre
dos segundos del tiempo consciente. Por lo tanto cuando pensamos algo, esto
ocurre en ese tiempo, ya sea algo bueno o malo. Hay un yo que reside en el
tiempo imperceptible y con el cual nos podemos comunicar durante el sueño
paradoxal (no preguntéis), de manera que podemos anticipar lo que va a pasar e
incluso cambiarlo. Es como “atraer” el futuro, ese que visualizas. Comiéndome
la cabeza un rato, muy típico de mí, llegué a la conclusión de que entonces,
eso quiere decir, por conclusión propia y redundante, ¡que podemos cambiar
nuestro futuro! O no. O sí. O no. Quién sabe. Pues no. ¡Estoy harta de vuestras
estúpidas máquinas del tiempo! ¡Esas de las que habláis en vuestras estúpidos
blogs cuando os ponéis estúpidamente nostálgicos! No existen. Quizá esa teoría
de la hiperincursión del desdoblamiento del tiempo y no se qué mierdas del
sueño paradoxal exista, quizá funcione con vosotros, quizá todas las noches
antes de dormiros os obligaréis a pensar que queréis volver con esa persona,
que aprobaréis ese examen, que os tocará la lotería, que no tendréis que sacar
al perro mañana por la mañana a -3 grados, quizá todo sea mentira. Lo que sí sé
es, que cada uno hace el cambio. Y mientras sigáis buscando en Wikipedia la
teoría de la hiperincursión, no estaréis cambiando nada, salvo que os toque
sacar al perro.
M.