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martes, septiembre 17

Verano


Disculpen el retraso.
Estaba aferrado a la barra, pidiendo la última, con las luces encendidas y gritando “Del barco de Chanquete no nos moverán” mientras los puertas me sacaban a rastras del verano.
Qué quieren que les diga. Nunca he encajado demasiado bien esto de que se acabe el verano.
Será que septiembre sabe a copa aguada, a derrota en la prórroga y a beso de despedida. Será que el verano siempre se va con los zapatos en la mano y sin dejar una nota en la mesita de noche. Será lo que sea que será.
Y no es que septiembre no me guste. Es que el verano me gusta demasiado.
Septiembre es como quedar a cenar con una chica justo después de una apasionada relación de varios meses con la que crees que es la mujer de tu vida, una mujer que va siempre en bikini, vive en la playa y está perpetuamente morena y de juerga, bebiendo copas en el bar de la playa y moviendo la cintura al ritmo de Carlinhos Brown.
O de Jimi Hendrix.
Ay.
(Suspiro).
No eres tú, Septiembre. Soy yo.
Septiembre siempre acaba volviendo. Como los supervillanos archienemigos de las películas que, cuando parecen muertos y enterrados, sacan el puño enhiesto de entre la grava en la última escena, sedientos de venganza.
Así es septiembre. Siempre vuelve. Siempre tiene la última palabra. Como Darth Vader, el Joker o tu madre.
Espero que hayan tenido un verano divertido. El mío ha sido intenso, que es como tienen que ser los veranos.
Ha sido un verano inolvidable.
Ojalá hubiera sido interminable.





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