Salimos a respirar,
ella tenía aún su mano en la mía.
Mantener es mi verbo preferido, había sucedido.
¿Cómo lo sabrá? Pensé y me contesté: lo sabe y ya está.
Nunca había tocado algo
tan liso hasta entonces. Ahora no se si hasta hoy.
Se lo dije, que la palma de
su mano era mejor que el hueco de la caracola, mientras volvíamos a la orilla,
tras habernos soltado.
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