La recena es el final de una gran noche y el principio de una buena resaca.
La recena es compañía pero nunca multitud. Eso es un after.
La recena son gnochis al gazpacho mientras ríes en susurros para no despertar a tu familia. Es esperar lo que queda de noche para que se haga de día. Y luego pasarte el día esperando a que sea de noche.
La recena es nata en el pelo. Son las colas en los 24 y los discos de tus padres por el suelo. Es cortar fuet sin miedo a quedarte manco, vaciar la despensa y hacer comida para un regimiento. Es Masterchef.
Es no tener dinero para volver a casa, haber llegado en bici y bailar descalzo. Y sobre todo que no te importe. Es aguardar a que alguien invente la teletransportación que te meterá en la cama.
Los amigos. Los ligues. No los pillajes. Esos te llevan a desayunar, no a una recena. Esos te acompañan a casa pero no a una recena.
En la recena hay confianza. Estás tranquilo, arreglas el mundo. Lo típico, good vibrations. Conversaciones profundas y unas cerves. Muchas cerves. Las mejores ideas se tuvieron en una recena. Lo del garaje de Jobs no está mal pero seguramente se montó todo en una recena.
Los sueños y el futuro. Ay, maldito futuro. Hacerse mayor, dejar de creer. No, tú no estás en la recena. Aquí solo cuenta el presente. Películas, libros, canciones, salidas, restaurantes, viajes, exposiciones… ”Todo lo que se te ocurra en la ducha” dijo un maleante. “La buena vida” añadió el disfrutón empedernido.
La buena vida. Las cosas buenas de la vida. Eso es. Eso es lo que encontrarás en LA RECENA.
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