Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar el alma.
Que el amor, no significa acostarse.
Que el amor, no significa acostarse.
Una compañía, no significa seguridad.
Y que los besos no son contratos, ni los regalos, promesas.
Y que los besos no son contratos, ni los regalos, promesas.
Uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta, y los ojos abiertos.
Con el tiempo aprendes que, solo, quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que desees.
Comprendes que los verdaderos amigos son contados, y quien no lucha por ellos tarde o temprano, se verá rodeado de falsas amistades.
Que disculparse lo hace cualquiera, pero que perdonar es solo de almas grandes.
Que cada experiencia vivida con cada persona es única e irrepetible.
Aprenderás a construir tus caminos en el 'hoy', porque el terreno del 'mañana' es demasiado incierto para hacer planes.
Y que forzar las cosas a que sucedan ocasionará que, al final, no sean como esperabas.
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