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martes, enero 31

Él

El hombre perfecto deber ser muy hombre, pero además muy sensible. Sexual, pero que no esté obsesionado con el sexo. Cariñoso, no pesado. Divertido, pero no graciosillo. Guapo, pero que no te haga sentir fea. Decidido, pero que no abrume. Que le interese el arte, pero que no sea un pedante. Inquieto, no hiperactivo. Atento, no agobiante. Independiente, no indiferente. Serio, pero espontáneo. Que se lleve bien con mis amigos, pero que no quiera quedar con ellos todo el rato. Familiar, pero no conservador. Protector, pero no paternalista. Creativo, pero cuerdo. Que sepa estar en cualquier situación excepto en las que yo no quiera que esté. Que le gusta viajar, pero no pretenda soltarme con una mochila en el desierto en mi único mes de vacaciones del año. Fiel, no posesivo. Que me quiera, pero que no sea el centro de su vida. Que sea el centro de su vida, pero que cuando me agobie tenga otros centros en su vida. Inteligente, pero que no vaya de listillo. Que sepa idiomas, pero que no me lo restriegue todo el rato. Leído, pero vivido. Carismático, pero humilde. Deportista, pero que no insista en subir a la montaña todos los fines de semana, cuando lo único que me apetece es despertarme tarde y leer el periódico en la cama. Que sepa informática como para arreglarme el ordenador, pero que no esté todo el tiempo metido en internet. Ligero, no superficial. Profundo, pero no intenso. Que le guste hablar, pero no todo el rato. Que le guste estar en silencio, pero no todo el rato. Que le guste estar en mi vida, pero no todo el rato. Que le guste cocinar, pero que no intente cebarme. Que me abrace cuando haga frío, pero no cuando haga mucho calor. Que se mantenga a una distancia prudente en el entretiempo. Que se ría conmigo, pero no de mí. Que le gusten los animales, pero que no aspire a montar un arca de Noé en nuestra casa. Que sea bondadoso, pero no tonto. Que tenga un ático amplio en el centro, pero que no le importe que lo decore yo. Espiritual, pero con los pies en la tierra. Perfecto, pero humano... No sé, me da a mí que voy a acabar sola.



B.A

lunes, enero 30



Y entonces abrí la puerta de mi cuarto y vi un unicornio rosa enorme tío, y me dije a mí mismo tronco…vas a tener que dejar de abrir puertas sabes?

Trending Tontics

Amanece con hashtag de pocos amigos y se afeita frente al espejo del Twitter. Tiene un perfil donde aparenta muchos menos años y un avatar esculpido con bótox de Photoshop. En la esclaera no se habla con nadie pero frente a la pantalla presume de que ya intima con 21.231... Si acaso sale al campo y ve unas rosas, el capullo se pone a oler sus followers. Te pide que le sigas -ni que fuera el mesías 2.0-, pero el tipo ni se mueve del asiento. Abran paso al nuevo hombre trending tontic.
La culpa la tiene la vanidad, este arranque global del friquismo postadolescente de retuitearse el obligo y la necesidad de estar en la pomada cibernética por si las moscas laborales. Son los tiempos que corren: hoy puntúa más tener muchos seguidores en tu red social que saber traducir a Cicerón o haber  leído a Borges.
Sucede que caminamos por una vereda intransitada. ¿Hasta dónde nos cambiarán los nuevos usos? Si eres feliz, puedes lucir el Jaguar en el escaparate de la pantalla. Si eres desgraciado, ahí tienes lo que los experos llaman ya la automedicación digital. Enciendes el ordenador, te metes un Orfidal con el ratón y haces como que tienes amigos.
Explorando este nuevo mundo los padres trending tontic llevan a los niños -pobrecitos- cogiditos de la mano. Yo mismo conocí el otro día a uno que dejó de teclear en su iPad para mirarme de arriba a bajo cuando le confesé -Dios nos asista- que en casa no tenemos ni Wii ni, y que no hay mejor salvapantallas que el vaho de los cristales.
La teconogía es una herramienta hermosa y necesaria. El sentido común, también. Norman Douglas decía ''Si quieres ver qué hacen los niños debes dejar de darles cosas''.
Amanezco con hashtag de pocos amigos.
Voy a empezar a desenchufar.


P.S

domingo, enero 29

Pero tiene razón en una cosa: no voy a olvidar esas horas a las que usted se refiere. Hay cosas que uno debe saber de inmediato para no andar por el mundo ni un solo minuto en una creencia tan equivocada que el mundo es otro por ellas. No es admisible pensar que todo sigue como estaba cuando todo está ya alterado o ha dado un vuelco, y es verdad que el periodo durante el que se permaneció en el error se nos hace luego insoportable. Qué tonto fui, pensamos, y en realidad eso no debería dolernos tanto. Vivir en el engaño o ser engañado es fácil, y aún más, es nuestra condición natural: nadie está libre de ello y nadie es tonto por ello, no deberíamos oponernos mucho ni debería amargarnos. Sin embargo nos parece intolerable, cuando por fin sabemos. Lo que nos cuesta, lo malo, es que el tiempo en el que creímos lo que no era queda convertido en algo extraño, flotante, ficticio, en una especie de encantamiento o sueño que deber ser suprimido de nuestro recuero; de repente es como si ese periodo no lo hubiéramos vivido del todo verdad?, como si tuviéramos que volver a contarnos la historia o a releer un libro, y entonces pensamos que nos habríamos comportado de distinta manera o habríamos empleado de otro modo ese tiempo que pasa a pertenecer al limbo. Eso puede desesperarnos. Y además ese tiempo a veces no se queda en el limbo, sino en el infierno.
     
  Mañana en la batalla piensa en mí, Javier Marías

¡Callaos de una vez!

¿Dónde van las palabras calladas? Quizá se quedan estancadas. Apelotonadas unas con otras. Fundiéndose poco a poco. Esperando que el paso del tiempo las cristalice y juegue a componer formas caprichosas. Ahora un pensamiento se confunde con una lagartija paralizada, traviesa y expectante. Ahora un silencio se torna punzante como una daga. Una estalactita que hiere la razón. O una estalagmita que hace tropezar nuestros pasos indecisos. Quizás algunos sonidos se diluyen y navegan por nuestra sangre. Hoy recalan en un puerto, mañana en otro. Hoy oprimen el corazón. Mañana excitan la piel. Pasado son cosquillas en la nuca... Algunos se convierten en ecos, cada vez más callados, cada vez más perdidos. Otros tornan gritos que retumban en la mente como un tam-tam salvaje, tratando de comunicar con la voluntad. ¡Callaos de una vez!, exclamamos hartos de oírlos. Y a regañadientes, como niños chicos, ellos aprietan los labios y fruncen el ceño. Pero hay noches, cuando hasta el silencio duerme, que las palabras se encaraman de puntillas por el edredón de los sueños y allí, donde todo es posible, corren, saltan y se exhiben unas a otras ufanas al fin de poder mostrarse. Con el amanecer, antes de volver a su rincón mudo, vienen a susurrarnos al oído y recitan todo aquello que nos prohibimos. Esos días, entre legañas y bostezos, con los primeros sorbos de café, la voz dormida nos acaricia con palabras que huelen a polvo y olvido. Algunas se enredan y hacen más amargo el trago. otras lo atemperan y endulzan. Como un beso robado.


E.R

jueves, enero 26

Willkommen

No pretendo llegar lejos con esto. Keep it simple. Lee, escucha, mira e inspírate.
Compatir lo que el mundo ignora es lo que buscamos ¿no?

                                                                                                                            Enjoy my Soul;